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La anécdota. Hay más…

 

 

Conservatorio de Torrelavega. Viernes 25 de marzo por la mañana. Un día antes del Encuentro.

– Oye mira a ver si me prestas la batuta – le comenté a David Cubillas el viernes por la mañana si mal no recuerdo en un descanso del curso de informática musical.

– Claro, claro, tengo un par…je je… – con David el doble sentido siempre está presente. Generoso se prestó a dejármelas pero yo seguí con el curso y él con sus asuntos de dirección. El uno por el otro la casa sin barrer como dice el refrán. Yo por la tarde las clases y etc etc…en fin, que se me olvidó coger la batuta. Mea culpa.

El domingo amanecí un poco preocupado. Un director sin batuta… ¡ menuda dirección que iba a ofrecer !, jua jua…

Tampoco había que hacer un drama,  no sería el primer director que sale a escena sin batuta, ni el último. No obstante estaba un poco preocupado porque 60 y pico alumnos de cello de todas las edades, desde los 6 años hasta… vete a saber….en una orquesta tan grande, encima para cerrar el concierto final del Encuentro y no tener batuta…ummm…Bueno y que tampoco soy Karajan ni voy de «sobrao».

La cosa es que una orquesta de éstas características siempre es mejor dirigirla con batuta. No puedo argumentar que mis largos años de experiencia en el campo de la dirección orquestal ( jua jua ) ni mi curso de dirección me hayan llevado al firme convencimiento de que es imposible dirigir sin batuta pero una orquesta de txikitines sí que necesita de un gesto claro y limpio para que por lo menos todos vayamos juntos…luego hacer música, fraseos, matices etc es otro cantar ( u otro tocar).

Entonces me acordé de mi querida amiga Mª Loretto. Hace un par de años, si no recuerdo mal me había traído de Vietnam un cuenco y unos palillos que me encantaron. Alguna vez nos hemos hecho el propósito de no hacernos regalos pero ella lo incumple cuando le da la gana y yo suelo hacer tres cuartos de lo mismo. Tú me traes unos cuencos vietnamitas con unos palillos super chulos, pues yo te traigo una hamaca de Nicargua de tioantonio. La distancia y los numerosos compromisos de esta niña grande puede hacer que el regalo del verano se lo entregue en pleno otoño pero es lo mismo.

La cosa es que me levanté, busqué en el armario y allí estaban…unos palillos super chulos. Me encantan. Cogí uno y…¡ perfecto !.

Ahí mismo delante de mis narices tenía la batuta. Cuando le cuente a Loretto el noble e inesperado uso que di a su regalo, cuando le diga el fin para el que usé uno de sus palillos, nunca imaginado ni por ellos mismos y bastante alejado de la función para la que fueron concebidos, seguro que ríe con esa sonrisa que ilumina ( y más ahora que anda en estado de gracia…je je. Va por su txikitín ).

Creo que nadie se dio cuenta…pero ahora te lo cuento. De todas formas, ¿en qué manual de dirección pone que la batuta tenga que ser de palisandro o de diospyros lotus?.

Aquí no hay secretos…jua jua…

Te dejo un par de fotos por si no me crees.

 

 

 

Si tienes alguna anécdota o cualquier cosa que te apetezca contarnos sobre el encuentro, escríbeme un mail.

Varios ya lo han hecho, incluido un tal Jorge, el peque más revoltosillo de la orquesta. Seguro que os acordáis de él si estuvísteis en el ensayo general. Es aquel txikitín que cuando a todos os pedía hacer pianisííísimo el se arrancó y soltó en medio del ensayo…» es que no me ooooooigo»…jejeje…¡ más majo que las pesetas !.

Un abrazo y gracias por acompañarnos.

 

 

 

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